La mayoría de nosotros tenemos una visión distorsionada de lo que son el lujo y la riqueza.
De lo que es una auténtica joya o de lo que es un tesoro verdadero.
La mayoría de gente se deja deslumbrar por el ténue brillo de un diamante o por el resplandor dorado de un metal considerado precioso.
Sin embargo, sigue ciega ante los tesoros, lujos y riquezas que realmente posee.
Y llegados aquí, todos deberíamos preguntarnos: ¿qué es la auténtica riqueza y el verdadero lujo?
Como ya dijimos en artículos anteriores, venimos al mundo con tres propiedades de un valor incalculable; y su valor es incalculable, porque simplemente, no se pueden comprar ni con todo el dinero del mundo: son nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro tiempo de vida.
Todos disponemos de esas 3 únicas propiedades reales, con independencia de nuestra identidad, características o lugar de nacimiento.
Sin embargo, y a pesar de que todos disponemos de estas 3 propiedades, no todos somos igual de afortunados.
Hay personas que nacen, literalmente, ricas.
Y no, no estamos hablando de personas con dinero o estatus social.
Hay personas que nacen ricas porque vienen al mundo albergando una propiedad adicional que las distingue de las demás, que las eleva por encima de la media y que les da un sentido especial a sus existencias.
Estamos hablando de individuos que nacen con talentos o capacidades especiales, de tipo intelectual, creativo, artístico, físico o espiritual.
Un tesoro con un valor intrínseco incalculable e intransferible, que no se puede construir, imitar, fabricar o comprar ni con todo el oro del planeta. Porque al fin y al cabo, cualquiera de nosotros, sea quien sea, puede acabar poseyendo un diamante, un yate o una mansión si se dan las circunstancias adecuadas.
Pero lo que jamás nos inculca la sociedad es que cuando alguien nace con un talento o con una capacidad especial que le distingue, es rico de verdad, porque nace disponiendo de un lujo que el universo solo otorga a unos pocos privilegiados.
Hay gente que nace con una capacidad extraordinaria para amar, para empatizar, para superarse a sí misma, para conectar con los demás; gente con un carisma especial, con una belleza física natural, o con un encanto único que no se puede aprender; gente dotada de un intelecto superior o de una capacidad inmensa para razonar, analizar o comprender la esencia de las cosas; gente bendecida con talentos creativos y artísticos inimitables; gente caracterizada por sus capacidades físicas únicas; incluso gente que nace con un talento especial para hacer el mal o causar daño o sufrimiento a los demás.
Sí, habrá quien diga que todos somos ricos, en mayor o menor medida. Que todos tenemos capacidades únicas, manifestadas de mil y una maneras.
Pero no nos engañemos.
Por más que todos dispongamos de nuestras pequeñas riquezas, de nuestras pequeñas perlas ocultas y por más que podamos desarrollarlas o pulirlas con estudio, esfuerzo y dedicación, la cruda realidad es que hay gente que llega al mundo tocada con una especie de varita mágica.
Algunos venimos al mundo con una humilde pepita de oro y otros llegan al mundo con un diamante de 500 quilates, que solo necesita ser pulido.
Y comprender que esa es la auténtica expresión del lujo y la riqueza, es esencial para cambiar nuestro mundo.
Las personas que nacen con alguno de estos talentos o capacidades, deberían ser muy conscientes de que han nacido ricos.
Desde bien pequeños, la sociedad debería ayudarles a tomar conciencia de que la naturaleza les ha bendecido con un tesoro que deben cuidar con el máximo esmero y que el mérito de haber nacido con esa fortuna, sin embargo, no es suyo en absoluto.
Y una vez fueran conscientes de esta realidad, entonces deberían tomar conciencia de la gran responsabilidad que recae sobre sus espaldas.
Una responsabilidad mayor a la del resto de individuos.
Porque cuando alguien posee una fortuna, sobre sus espaldas recae una mayor responsabilidad social que sobre aquél que no tiene nada o posee muy poco.
Es lo que ocurre con cualquier multimillonario en nuestra sociedad.
Cuando eres rico y posees un gran capital, dispones también de un gran poder y debes saber muy bien en qué lo vas a invertir o qué empleo harás de él.
Tienes una responsabilidad mucho mayor a la cualquier otra persona, porque el uso que hagas de tu fortuna, puede cambiar muchas cosas, para bien o para mal. Puedes cambiar la vida de los demás, alterar muchas dinámicas y equilibrios o transformar muchas situaciones.
Puedes malgastar tu fortuna en lujos absurdos o en negocios sucios y corruptos para multiplicar tus riquezas, aunque ello implique hacer daño a otras personas; o puedes invertir esa riqueza en ayudar a los demás, en generar progreso o en contribuir a crear un mundo mejor.
Pues bien, las personas bendecidas con un don especial, están en una situación análoga.
Una persona que viene al mundo con un talento único y que por lo tanto es rica desde que nace, debe ser muy consciente de que tiene una responsabilidad superior al resto; debe tomar plena conciencia de que su don tiene la capacidad de alterar el transcurrir del mundo y de cambiar la vida de otra gente.
Sin embargo, el Sistema se ha encargado de que ninguno de estos individuos especiales tomen conciencia de esta enorme responsabilidad.
Y de la misma manera, el Sistema se ha encargado de que las demás personas que los rodean, tampoco sean capaces de valorar de la forma adecuada el tesoro que esos privilegiados poseen.
En las escuelas no se hace ningún esfuerzo por detectar a esas personas dotadas de dones especiales, ni se trabaja para alimentar sus impulsos naturales y hacerles ver que disponen de una riqueza única que deben cuidar y respetar por encima de todo. Bien al contrario, se hacen esfuerzos constantes por castrar los impulsos naturales de cada uno y tratar de uniformizar a esos individuos especialmente dotados, llegando a veces a hacerlos sentir culpables por ser especiales y tener impulsos diferentes a los de los demás.
Desde pequeños nos educan para que anhelemos y adoremos elementos vacíos: estatus social, fama, dinero y todo tipo de objetos diversos cuyo valor depende exclusivamente del valor que nosotros decidamos darles.
Los dones y talentos son tratados casi como fenómenos curiosos, como anomalías casuales que se manifiestan aleatoriamente entre la población humana, como lo es una deformidad o una enfermedad extraña, y que deben ser debidamente instrumentalizadas para conseguir con ellas dinero, éxito, fama o estatus social.
Si por ejemplo, un joven sabe cantar muy bien, sus papás o abuelos le dirán: «tu puedes llegar a ser un gran cantante». Pero seamos sinceros: la expresión «gran cantante» en boca de los progenitores, no hace referencia a sus dotes artísticas intrínsecas, sino al éxito social asociado a esas dotes artísticas y a su traducción en fama y dinero.
Cuando unos padres dicen «serás un gran cantante», no sueñan con ver a su hijo interpretando canciones maravillosas que generen emociones inolvidables en los demás; lo imaginan en un gran teatro o en una sala de conciertos abarrotada, o apareciendo entre ovaciones en algún concurso de talentos televisivo, copando portadas de revistas, rodeado por el éxito y la fama.
Con ello le inoculan al niño el mismo concepto con el que ellos mismos han sido programados desde pequeños: prostituir sus dones y capacidades de valor incalculable para conseguir algo vacío de sentido y valor, como son la fama o el dinero.
Y es que solo a través de esta prostitución del talento, la sociedad te llega a etiquetar como un «triunfador».
UNA DIVAGACIÓN ABSURDA SOBRE EL ARTE
Pongamos un ejemplo: el arte.
En nuestra sociedad, el objetivo final de un artista no parece ser crear belleza siguiendo sus propios impulsos, sino tener éxito comercial o ser famoso y célebre.
Los artistas y los creadores, se acaban midiendo finalmente por su éxito y por su celebridad.
En el fondo, un músico es respetado y valorado a nivel social, no por la belleza intrínseca de sus creaciones o interpretaciones, sino por los discos que consigue vender o por la gente que consigue atraer a sus conciertos.
Cualquier expresión artística en el mundo actual, acaba siendo valorada mayoritariamente por el dinero que genera o por la fama que reporta. Y todos hemos aceptado esa relación absurda, impuesta por la sociedad, como si fuera la cosa más natural del mundo, cuando en realidad no tiene el más mínimo sentido lógico.
Quizás el problema fundamental radica en nuestra definición de lo que es el arte.
Por ejemplo, Wikipedia define el arte como:
«El arte (del latín ars, artis, y este del griego τέχνη téchnē) es entendido generalmente como cualquier actividad o producto realizado por el ser humano con una finalidad estética y también comunicativa, mediante la cual se expresan ideas, emociones o, en general, una visión del mundo, a través de diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros, corporales y mixtos. El arte es un componente de la cultura, reflejando en su concepción los sustratos económicos y sociales, y la transmisión de ideas y valores, inherentes a cualquier cultura humana a lo largo del espacio y el tiempo».
Esta definición del arte, aunque es de lo más lógica, acaba teniendo graves consecuencias para el libre desarrollo de los individuos.
Desde nuestro punto de vista, el arte debería ser definido de otra manera. Debería haber una diferenciación entre lo que cada individuo considere «arte» a través de su propia sensibilidad y lo que la sociedad considere «expresión artística».
La «expresión artística» coincidiría con la definición expuesta anteriormente y sería toda aquella actividad susceptible de llegar a ser considerada «arte» por un individuo concreto.
Y es que el arte debería estar íntimamente ligado con el concepto de individualidad.
El arte no debería poder medirse, ni parametrizarse de ninguna manera.
El arte solo puede sentirse. Y sentir, es algo que solo puede producirse a nivel individual y no a nivel social.
Por más que se empeñe en hacerlo, la sociedad no puede obligarnos a sentir emociones ante una obra artística.
Una obra concreta de un artista cualquiera, puede tener un valor inmenso para un individuo porque le despierte sensaciones, emociones o sentimientos profundos, y ningun valor para otro, al cual esa obra «no le diga nada».
¿Cuántas veces hemos visto un famoso lienzo de un artista célebre que nos deja absolutamente fríos y que apenas nos produce la más mínima emoción?
Quizás por ese cuadro se pague una millonada en una subasta, pero para algunos, no tendrá más valor que el dibujo lleno de manchurrones que ha hecho el hijo de nuestro vecino.
Por esa razón, valorar una obra de arte por el número de personas a las que gusta o por la cantidad de dinero que paga por ella un especulador lunático, es tan absurdo como valorar a un ser humano por la cantidad de gente que le conoce.
La «magia del arte» aparece en el momento en el que se generan emociones. Y poco importa si esas emociones se despiertan en una sola persona o en 100.000.
Hemos sido educados para que valoremos las obras artísticas mediante criterios que nada tienen que ver con los que nosotros sentimos como individuos.
Por ejemplo, nos han hecho confundir el valor artístico-emocional de una obra, con el valor histórico que puede tener esa obra, cuando una cosa y otra no tienen nada que ver.
Una obra de Andy Warhol o de Picasso, pueden tener un inmenso valor histórico por su influencia en el desarrollo de las corrientes artísticas…y poco valor artístico-emocional para alguien concreto a quien no le dicen nada de nada.
El sistema nos induce a confundir el valor histórico de una obra, que proviene de una convención social de carácter académico, con su valor artístico-emocional, que proviene de la sensibilidad de cada individuo en concreto ante dicha obra.
El valor histórico de una obra se puede discutir y acordar a nivel social. Una lata de sopa Campbell pintada por Andy Warhol, puede tener un alto valor histórico porque todos hemos acordado que tiene una gran influencia en el desarrollo de las corrientes artísticas como salto conceptual.
Pero si a usted la lata de Warhol le emociona tan poco como las latas de berberechos que ve en el supermercado, usted debería tener el derecho a no considerarlo más «arte» que el diseño de una caja de cereales.
¿A cuántos de ustedes les conmueve o les «dice» algo este cuadro?
¿Si ustedes no supieran que es un Picasso y que está valorado en millones, lo pondrían en el salón de su casa para poder sumergirse en él cada día? ¿Esta obra artística conecta con ustedes? ¿Abre puertas en su interior? ¿Les invita a pensar o a sentir algo que no sentían antes de observarlo? ¿Les genera emociones o les hace sentir diferentes antes y después de estar ante ella?
¿A cuántos de ustedes les produce indiferencia?
En definitiva: el arte solo debería ser considerado «arte» cuando produce un efecto concreto sobre un individuo…y eso solo puede valorarlo el individuo en cuestión y no una fría convención social acordada por personas desconocidas.
Lo más extraordinario, es que esa relación íntima entre la obra y el individuo que la observa, no sólo depende de cada individuo en particular, sino del momento exacto en que ese individuo se encuentra ante la obra. Las circunstancias vitales de un instante concreto de nuestra vida, pueden alterar enormemente la percepción que tengamos de una obra de arte y la influencia que genere sobre nosotros.
Algo que hoy nos produce indiferencia, mañana puede provocarnos una honda emoción, porque algo haya cambiado en nuestro interior o en nuestras circunstancias. Por esa razón, el arte es algo tan extraordinario, mágico y maravilloso, tan intangible y tan profundo. Y sobretodo, tan íntimo e individual.
Pero el sistema lucha incansablemente para que los individuos neguemos nuestra propia sensibilidad y nuestra propia capacidad de juicio y la sustituyamos por sistemas de valores externos.
La sociedad nos dicta que debemos ver la lata de sopa de Warhol o los cuadros cubistas de Picasso como importantísimas obras de arte a las que debemos responder con un «oooh» de admiración de forma obligatoria y pretende que nos sintamos como unos vulgares ignorantes si no las valoramos exactamente como nos han dicho que debemos valorarlas.
Es pura programación mental.
Antes de enfrentarnos a la obra, ya nos inculcan que «esta es una gran obra de arte de fulanito de tal y debes idolatrarla»…y si no lo haces, implícitamente te estarán diciendo que «eres un ser vulgar, insensible, ignorante y poco evolucionado».
Con este mecanismo perverso, el Sistema intenta destruir nuestra sensibilidad individual negándole el valor, para que la sustituyamos sumisamente por una programación externa uniformizadora.
Es cierto que todos deberíamos conocer el valor histórico de cualquier obra, la influencia que esa obra ha tenido en la evolución artística e intelectual del mundo y el gran mérito del artista cuando se ha atrevido a explorar nuevos conceptos, lenguajes o métodos de expresión.
Pero al mismo tiempo, todos deberíamos poder decir, sin complejos, que una obra no nos dice nada de nada y que para nosotros no tiene ningún valor artístico-emocional, porque no conecta con nosotros.
Aunque sea de los mismísimos Warhol, Picasso, Kandinsky o Perico de los Palotes.
Obviamente, nuestro punto de vista establece una redefinición del concepto de arte que entra en contradicción con la definición comúnmente aceptada y muchos la considerarán una divagación absurda, posiblemente con mucha razón.
Además, debemos reconocer que la definición «oficial» de arte, está llena de ventajas.
Entre otras, ha permitido que cualquier memo pueda colgar un inodoro en una pared y eso sea considerado «arte» y que todo tipo de podencos destalentados y pedantes de diversa índole, así como un nutrido enjambre de chupópteros y vividores que revolotean a su alrededor, puedan vivir de la especulación artística sin tener mayor don que el de saber esnifar grandes cantidades de cocaína.
Por esa razón nos hemos atrevido a criticar la definición de arte que impera en el mundo actual.
Porque a base de crear definiciones frías y distanciadas de la sensibilidad individual sobre lo que es el arte, se ha permitido que todo tipo de mediocres generen ingentes cantidades de basura y que con ellas se llenen museos.
Cualquiera de nosotros podría acercarse a un museo de arte contemporáneo y colgar su ropa interior sucia en la pared: sus calcetines, calzoncillos y bragas usados…y nadie notaría la diferencia.
Esta discusión sobre el arte, aunque tangencialmente, nos sirve para poner de manifiesto cómo el sistema consigue prostituir elementos de valor incalculable para que los cambiemos por elementos vacíos, cuyo valor procede de una mera convención social.
Y como siempre, el Sistema lo hace a través de la negación del individuo y de su capacidad de juicio.
En el ejemplo del arte, el Sistema niega la capacidad del individuo de valorar libremente lo que es arte y lo que no lo es; en su lugar, es la sociedad la que decide por nosotros lo que es arte y lo que no mediante una definición vaga, y nos obliga a obedecer dicha definición de arte como si fuera una verdad absoluta e indiscutible, negando nuestra propia sensibilidad, que es lo que debería imperar.
De la misma forma, el Sistema niega los dones y talentos de los individuos, impidiendo que puedan tomar conciencia del valor incalculable que tienen y del tesoro que representan. Y una vez negado su valor intrínseco e innegociable, los individuos son programados para prostituir sus talentos y capacidades en pos de elementos vacíos generados por el propio Sistema, como son el dinero, la fama, o el prestigio social.
La gente que nace con un don o con un talento especiales, nace para desarrollarlos plenamente, de la misma forma que nacemos con piernas para andar y con ojos para mirar. Además, la mayoría de veces, esos dones vienen acompañados de un impulso irrefrenable por desarrollarlos; por esa razón, cuando alguien intenta negar dichos impulsos naturales en un niño, está cometiendo un auténtico crimen: es como si le estuviera rompiendo las piernas para que no pudiera andar.
Pero además, en el caso de las personas dotadas de un don o un talento realmente especiales, castrar estos impulsos no solo representa un crimen hacia esos individuos, sino hacia toda la humanidad, porque todos nos podríamos beneficiar del desarrollo de dichos talentos.
Los mecanismos uniformizadores del Sistema tienen precisamente esa función: entorpecer el pleno desarrollo de aquellos individuos que podrían inspirar al desarrollo individual de los demás.
Y lo hacen porque cada expresión de desarrollo individual libre, representa un peligro mortal para la pervivencia del Sistema.
Cada día que pasa, y por culpa de los mecanismos de uniformización del Sistema, la humanidad pierde una ingente cantidad de oportunidades de progreso y mejora; una inmensa cantidad de riqueza que tiramos a la basura a cambio de nada.
Buscar, descubrir y ayudar a progresar a las personas dotadas de talentos especiales, debería ser una de nuestras prioridades como especie, es algo que debería formar parte de nuestro proyecto común, pues está íntimamente relacionado con nuestra evolución como seres humanos; jamás deberiamos permitir que estos tesoros que nos otorga la naturaleza en forma de talento repartido aleatoriamente entre los miembros de nuestra especie, se perdieran sin ver la luz.
Cada vez que a un niño se le niegan los impulsos naturales que lleva en su interior, la humanidad pierde un tesoro de valor incalculable. Con cada castigo a la libre expresión de los talentos individuales, perdemos a un genio en potencia y se cierran cientos de caminos nuevos que podría desarrollar esa persona para beneficio de todos.
Nunca sabremos la cantidad de grandes artistas, intelectuales, inventores o investigadores que el mundo ha perdido por culpa de maestros mediocres que solo piensan en cumplir con un programa educativo o de padres que no ven más allá de sus narices y solo esperan que sus hijos encuentren un «buen empleo» con el que cumplir con ese trámite legal llamado vivir.
Enormes cantidades de individuos con talentos únicos han sido programados por el Sistema para negarse a sí mismos y convertirse en meras sombras de lo que podrían haber llegado a ser.
¿Alguno de esos economistas que proliferan como los hongos podrá calcular alguna vez la cantidad de patrimonio que pierde la humanidad, segundo tras segundo, por culpa de la educación uniformizadora de la sociedad?
Si pudiéramos calcular algo así, seguro que nos temblarían las rodillas.
EL SISTEMA NOS VAMPIRIZA
Como decíamos antes, las personas dotadas de talentos o dones especiales, acostumbran a llevar en su interior un impulso irrefrenable por desarrollarlos en toda su plenitud.
Ese impulso es como la energía almacenada de una batería, capaz de poner en marcha y a pleno rendimiento, el motor para impulsar toda una vida dedicada al desarrollo de dichos talentos.
Cada vez que la sociedad castra el desarrollo de uno de estos individuos, esa energía se desperdicia. Es una energía que pierde la humanidad…pero de la que generalmente consigue aprovecharse el Sistema de una u otra manera.
A pesar de que la brutal maquinaria uniformizadora del Sistema consigue castrar el desarrollo individual de muchas personas bendecidas con un don natural, siempre hay una cierta cantidad de individuos dotados de talentos especiales, que alcanzan una posición que les permite expresarlos de una forma u otra.
La energía de estos individuos, dotados del correspondiente impulso vital irrefrenable, es entonces vampirizada por el Sistema en su propio beneficio.
Y como hemos indicado anteriormente, el Sistema utiliza un mecanismo bien sencillo para conseguirlo: a través de la educación y la familia, niega el valor intrínseco e incalculable de esos dones o talentos especiales, etiquetándolos como una anomalía que debe ser aprovechada para alcanzar el éxito social, y con ello, toda esa energía natural acaba sirviendo en gran medida de alimento para el propio Sistema.
Porque además, cada vez que una persona dotada de un talento único alcanza el éxito social, se convierte en un ejemplo a seguir e imitar por todos, empezando por aquellos que también están dotados de talentos únicos.
Así es como finalmente, lo que son una serie de dones que deberían servir para alcanzar un desarrollo individual y ejercer de inspiración para los demás individuos y para su liberación de las cadenas del Sistema, acaba siendo aprovechado por el propio Sistema para reforzar su tirania sobre los propios individuos.
Es como si arrojáramos agua al fuego para apagarlo y por el camino, en virtud de alguna magia oscura, se convirtiera en gasolina.
Realmente, cuando uno empieza a analizar el funcionamiento del sistema, empieza a asustarse.
Estamos ante una especie de organismo inteligente con una extraordinaria capacidad para beneficiarse de todos los elementos, incluidos aquellos que teóricamente deberían irle en contra y que rápidamente reconvierte en instrumentos a su favor.
Pero podemos combatir esta maquinaria perversa.
De hecho, no solo podemos combatirla, sino que debemos hacerlo todos.
Pero especialmente deben hacerlo aquellos individuos dotados de un inmenso talento, un don especial o una gran virtud que los distingue.
Entre todos debemos ayudarles a que adquieran plena responsabilidad sobre esa inmensa riqueza otorgada por la naturaleza, para que se hagan preguntas valientes y sinceras respecto a su función en el mundo y respecto al sentido de su propia vida.
Es hora de que todos nosotros, los «más ricos» y los «más pobres», los que hemos sido bendecidos con grandes dones y los que hemos sido bendecidos con talentos menores, nos desnudemos ante el espejo y nos preguntemos con descarnada sinceridad: ¿qué estoy haciendo con mi vida?
¿Es esto lo que he venido a hacer al mundo?
¿A cambio de qué estoy vendiendo mis mejores virtudes y talentos?
¿Me siento bien conmigo mismo malvendiendo lo mejor de mi mismo por un sueldo, por un golpecito de aprobación en la espalda o por un aplauso?
¿Realmente tengo derecho a arrojar mi tesoro a la basura de esta manera?
¿Mis sueños y objetivos en la vida son realmente míos o me los han inculcado los demás?
¿Realmente quiero una mansión o un coche caro y ser rico y famoso?
¿Realmente quiero «triunfar» como me han dicho que debo hacer?
Parecen simples preguntas, pero se ha de ser muy valiente para afrontar las respuestas con total sinceridad, pues una vez te enfrentas a ellas a fondo, sin tapujos ni autoengaños, pueden cambiar tu percepción de la vida para siempre.
Te llevan a un punto en el que ya no hay vuelta atrás, un estado en el que ya no te sientes acomodado en el mundo que te rodea.
Y ese amigos, es un viaje duro y realmente «peligroso»…
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS
Ene
14
2016
Pingback: EL VALOR DE LA AUTÉNTICA RIQUEZA | EL ROBOT PESCADOR
Maravilloso, gracias por este excelente ejercicio de reflexión.
TODO ESTO ESTA «MUY BIEN», SIEMPRE Y CUANDO LA COMIDA LA TENGAS ASEGURADA… SI ESO NO ESTA, TU ESCRITO NO PASA DE SER UN «MALESTAR PEQUEBU» Y MUY «EUROPEO»…
Anónimo…no derrapes!
La quejosidad al estilo zurdo ya hace agua…no va más.
Ahora que sobran las excusas y todo está puesto negro sobre blanco, toca construír-se o cerrar el pico.
La comida? Ningún campesino se muere de hambre, pero la tierra está baja, claro.
Busca. Internet está lleno de ideas y gente en camino…
Que rico es tu valor intelectual revelando el Sistema!
Elocuente discernimiento !
Verdaderamente es duro y peligroso como terminas el tema creo esos talentos serán una expresión de amor y cuidado hacia los mas desprotegidos y si ser muy discretos, finalmente son para provecho de los demás y una satisfacción personal
Que buena nota, de lo mejor que he leído en este blog. Aunque esto es algo de lo que he tomado conciencia desde hace tiempo, ha despertado emociones encontradas respecto a varias cosas del entorno en el que me encuentro (la empresa), creo que en determinado momento compartiré esta nota a todos, aunque esto quizá me cueste la chamba.
Excelente!
Excelente análisis sobre nuestra capacidad artística, pero como bien dices el Sistema Capitalista, tiene nombre y apellidos en cada momento que constituyen una Mafia y solo está interesado en aquellos talentos que sirven a para mantener o acrecentar su Poder, o corromper a la sociedad en su beneficio.
Hay un talento que está muy depreciado y del que todos podemos disponer a poco que lo intentemos ¡LA SOLIDARIDAD SOCIAL! Que además es el talento que todos tenemos, la prueba es que pese a vivir en una sociedad que coarta este talento, la inmensa mayoría se vuelca en ayudar ante problemas sociales. Pero claro esta Mafia y todos sus Medios ponen todo su Poder en coartarlo, seduciendo, sobornando, amenazando, porque este es el talento humano que siendo patrimonio de todos los individuos, nos puede liberar de la esclavitud de esa Mafia que nos mangonea, corrompe, prostituye y nos hace participar en en sus crímenes y genocidios.
¡LA SOLIDARIDAD HUMANA ES INDIVIDUAL Y A LA VEZ SOCIAL! Por eso es lo único, que nos puede salvar a todos de la miseria de la que hoy «disfrutan» las 6/7 partes de la humanidad. Mientras no nos demos cuenta de que para vivir dignamente, es indispensable lograr una sociedad digna y solidaria que abarque a toda la humanidad, no lo conseguiremos, porque no vivimos solos en este mundo y nuestra vida digna depende de la vida digna de todos. Salud y suerte que falta nos hará.
Yo por ahora leo a Nietzsche, que dice: «un pueblo es el rodeo que da la naturaleza para crear 5 o 6 hombres superiores», Mi opinion es que la epoca actual corresppnde al necesario agotamiento de la idea dinero, pues ¿es el dinero un fin o un medio? A mi juicio es ambos, peroveso depende de los humanos, La economia, independiente debla corrupcion, ya agoto su sistema o teoria, el neoliberalismo no es algo economico sino politico, el neoliberalismo es posteconomia, es la señal de que la politica se sirve de la economia y no al reves, ya la economia capitalista llego a su fin, ahora el tiempo es politico, militar, fascista, por asi decir, Ya veremos la continuidad de los acontecimientos,
No sé si llegarás a leer esto, pero ahí va:
Llevo leyéndote un año o más, pero esta es la primera vez que comento. No sé quién eres, pero gracias por escribir estos artículos. Siempre tuve una espinita en mi cerebro, algo que me decía que el mundo está patas arriba. Nunca pude expresarlo con palabras, hasta que descubrí este blog. Mil gracias por crear semejantes análisis de la sociedad. Sobre esto se tendría que hablar y esto es lo que se tendría que divulgar, no esas paranoias de reptilianos, grises, tierras huecas, y otras teorías de lo más pintorescas. Que no digo que sean mentira (de hecho las acepto, con escepticismo, pero las acepto), pero me parecen pura desinformación. Siempre se dice que los del sistema son borregos, que no ven la realidad. ¿Pero a caso no son borregos todas esas personas que siguen ciegamente a personajes del misterio, aceptando así teorías y dándolas por ciertas solo porque son algo alternativo a lo oficial? Porque eso es lo que está pasando, cualquier cosa alternativa a lo oficial, la toman como cierta, aunque no hayan hecho una investigación o hayan contrastado información. Alguien no quiere que sepamos esto, a alguien le interesa que estemos ocupados buscando reptilianos y anunnakis. Llevo en el mundo del «misterio», de lo «alternativo», desde 2007, y jamás encontré a nadie que cuente lo que cuentas tú en este blog, ni en internet ni en ningún documental o programa televisivo, y te aseguro que no estoy exagerando.
Un saludo, y espero que sigas escribiendo artículos de este tipo porque son de lo más interesantes y me ayudan muchísimo.
Pingback: El valor de la auténtica riqueza | Periodismo Alternativo
Todas las palabras no son más que susurros, están vacías de poder. Solo el ritual mágico de los que están entre bambalinas, son los hacedores de la Historia, los susurrantes solos les quedan el consuelo de la «ilusión» y asumir la historia.
Me considero a mi mismo un auténtico subnormal, pues de siempre me h a gustado decir lo que siento,
aún discutiendo con los demás muchas cuestiones que no entran en mi intelecto. Por ejemplo, a mi las pinturas de algunos renombrados artistas, no me dicen absolutamente nada y no me causan sensación alguna. Cuando las expreso delante de algunos que se creen intelectuales, me contestan que no entiendo de arte, que soy un analfabeto en cuestiones artísticas. Me encantan leer sus razonamientos sobre cualquier materia.
Yo pienso que debemos apuntar a la autosuficiencia, «convivir» con el sistema pero sin ser parte de el «del todo». Se que puede ser muy difícil en países de primer mundo, pero es la única manera de ser verdaderamente libres.
Comprar un terreno en un pueblo alejado, por no decir olvidado, cultivar tu propia comida, perforar tu propio pozo, criar tus animales, en fin una vida de granjero a la antigua.
En mi país existen pueblos de estas características en los que la gente vive de su trabajo, en armonía con su entorno y sus semejantes, donde la gente se saluda al encontrarse en la calle, un entorno de verdadera paz. Lo escencial para vivir esta disponible en la misma comunidad.
Creo que cualquier ciudadano de primer mundo cuenta con recursos necesarios para hacer este cambio, es posible en Sudamérica. Es cuestión de desprenderse de las «necesidades» y el concepto de «felicidad» y «exito» que el sistema nos impuso.
Mira, Fulano el Vegano, yo también lo soy, pero permíteme decir lo que sigue::
Sí, claro que es posible en Sudamerica, siempre y cuando que sus tierras no se llenen de buscadores de la paz que no supieron construír en sus sitios…
Convivir con el sistema?…El pensamiento parece medio crudo, sin terminar de cocerse…
Creo que mejor fuera redimir cada cual sus territorios, dando honor a sus ancestros, que invadir con sus dineros del primer mundo a gentes que no los han invitado, y que no tienen complicidad alguna con sus fracasos, y sí, en cambio, el derecho a desarrollarse en paz con sus tiempos y recursos…naturales y de los otros..
Lo mismo dígase de Africa y demás territorios que están siendo codiciados por el primer mundo en descomposición. La seducción de las culturas adineradas sobre estos pueblos es directamente perturbadora, cuando no corruptora.
No es cuestión de lugares físicos, sino de actitud, como lograrán superar sus problemas de fin de ciclo, si me permiten la sugerencia.
Por si estás en España…
http://www.pueblosabandonados.com/
Este artículo es arte!
Gracias
Un otro excelente articulo exponiendo la falsedad diaria de nuestras sociedades. Pero poner toda la culpa al sistema es como poner la culpa a una montana por «haber matado» a unos escaladores que en su propia idiotez, su ego hinchado y su anoranza a la fama se han desgraciadamente caido desde la cima.
El sistema no es sino un hervidero de individuos cada uno procurando de enganar a los demas y a si mismos por razones de tener supuestamente mas valor que los otros. Pura estupidez y nada mas.
En resumidas cuentas: vivimos en un insensato mundo donde cada uno intenta a pasar por algo diferente o mejor que el otro. Es mas bien una cuestion del EGO que del sistema.
«Hay personas que nacen ricas porque vienen al mundo albergando una propiedad adicional que las distingue de las demás, que las eleva por encima de la media y que les da un sentido especial a sus existencias.» y por ello debería haber clases intelectuales? no creo que deba haber clases aunque sea mejor que sea de sabios o de artistas que de economistas y militares, pero aún así es dependencia de alguien
Si los multimillonarios contribuyeran al bien común no serían multimillonarios.
«El arte solo puede sentirse. Y sentir, es algo que solo puede producirse a nivel individual y no a nivel social.» eso es la típica tontería new age de que solo el individuo puede ser la liberación, al igual que lo que dice el capitalismo, cuando si nos olvidamos de una de las dos partes, tanto el individuo como el colectivo es como una mesa sin una de sus patas no sirve y eso es lo que estáis proponiendo, ¿de qué sirve las pinturas de las cuevas hechas en la prehistoria si solo las hubiese mirado quién las creo y no toda la humanidad? se hubieran quedado en una anécodta y no en una obra maestra adorada por centenares de generaciones.
El problema de este artículo es que cree que la sociedad y el sistema es lo mismo cuando más bien el sistema es el que ha secuestrado a la humanidad y la sociedad.
Hola, he visto muchas incoherencias en articulo. Aun asi solo voy a recalcarcar algunas.
Lo primero, segun mi criterio es que las personas cuando nacemos, venimos sin «dones», a este mundo, me parece una tonteria decir que son algunos los que nacen con ellos y se deveria de fomentar. Por contra pienso que los «dones» se desarrollan, yo los llamo aprendizaje, y este aprendizaje se desarrollara de una u otra forma atendiendo a un factor como lo es el entorno.
Por otra parte me ofende en «pequeña medida» que critiques a la sociedad de no distinguir entre ropa sucia u otro tipo de arte. Puesto que como individuo, formo parte de esta sociedad y si se diferenciar la ropa sucia de un cuadro.
Soy sensible al arte entendido como algo que me mueve a reflexionar, me da igual que sea, un cuadro de un personaje relevante o un bater colgado en la pared. Puede tener mucho mas mensaje del que piensas, a pesar de que a ti , te resulte ofensivo o grotesco. Pues puede que a mi me recuerde que vivimos en una letrina… (por poner un ejemplo).
Pero bajo la premisa de la reflexion como forma de entender el arte , incluso un pajaro volando podria ser para mi arte pues reflexiono al verlo acerca del ser, la vida, y la naturaleza.
Dicho de otro modo. Tu estas decidiendo lo que es arte y lo que no. Al igual que el sistema que criticas.
Esta aseveración anterior no es gratuita, pues sopeso el punto que creo intentas recalcar, que no es otra que somos esclavos de nosotros mismos y de nuestra propia condición humana.(aunque tu lo llames Sistema)
En la actualidad me parece que hay un avismo entre lo nuevo y lo viejo, puesto que conozco familiares que se criaron a la luz de un candil, y con unas ideas sencillas en cuanto a educación. Gentes que no tenian ni wikipedia ni internet, ni televisión, ni apenas que llevarse a la boca. Muerte y guerra reinan en los pensamientos de gentes mayores en recuerdo de las viejas penurias.
Por contra ahora un chaval promedio, maneja ingentes cantidades de información, esta sometido por norma general al «DataWorld» y eso creo distanciamientos entre las nuevas y viejas generaciones.
Unos y otros no son mejores o peores, solo que tienen formas de ver el mundo muy diferentes.
Esta tribulación y avance en el campo de la informatica a cambiado la faz del mundo que conozco y nos esta afectando a todos.
¿Que puedo hacer yo como ser humano? ¿Quien me pregunto a mi, si queria nacer y comerme todos estos dones?
Por lo tanto estoy pillado lo mire por donde lo mire. A no ser que reuna valor y coraje para quitarme la vida, pero ni la muerte me da la certeza de un fin. Solo la intuición de este.
¿Puedo medir la realidad?¿Puedo medir el arte?¿Puedo medir la inteligencia o dones? ¿Puedo diferenciar entre bien y mal?
Hay quien diria que si, sin lugar a dudas, a estas preguntas, yo incluido, pero realmente…. ¿con que criterio?. ¿El mio y que me inculco mi entorno?
Que jucios certeros se pueden hacer de las cosas cuando se que vivo en un mundo redondo, por «fe» en algun desconocido que circunnavego el globo.
Ni siquiera el lenguaje es preciso, por no hablar de la multitud de lenguas que hay, pero si me circunscribo al español, que es mi lenguaje natal, ni siquiera me resulta util la mayoria de las veces porque donde yo digo «perro» unos entienden fiel amigo del hombre, otros intrumento de pelea o defensa, otro animal para buscar drogas en aeropuertos, otros estupidos bichos molestos que deverian ser erradicados.
Este ultimo parrafo va dirijido a reflexionar sobre lo bueno o malo de la estandarización y uniformidad, puesto que no todo es tan blanco o tan negro.
Creo que no ando muy desencamido cuando pienso que las futuras generaciones nos veran como seres de la prehistoria que tubimos que lidiar con un gran cambio, una especie de renacimiento.
Sin duda que hay trampas y tramposos y que hay que mantener los ojos abiertos.
Pero en base a que, y sobretodo, que lejitima mas una forma de ver el mundo u otra, es una incognita para mi.
Con esta forma de ver el mundo que describo, a veces me pregunto a mi mismo, si lo mejor sera dejar marjen a la tolerancia y respetar las distintas formas de ver las cosas, o por el contrario, no ser permisivo mas que en aquello que considero estrictamente correcto.
Ese dilema humano que venimos arrastrando desde vete tu a saber cuando, del porque estamos aqui, si hay razon alguna o no lo desconozco. Y eso me inquieta en cierto modo.
«Yo no me acuerdo de lo que comi el lunes, ni el martes de la semana pasada». Pero no pasa nada porque los humanos somos asi, locos y olvidadizos. (Esto es un ejemplo de lo facil que es que cometamos errores) (Vease la magia a nivel de espectaculo, para darse cuenta lo facil que es «hackear la mente de los individuos
o vease su contraparte mas pragmatica, la publicidad, los estudios sociales de masas.
Pero asi somos, supeditados a lo que nos dicen los sentidos externos, y mezclado en la coctelera de nuestra cabeza.
Esto no lo planteo como algo bueno o malo, si no como un hecho que a menudo olvidamos todos cuando tratamos con nuestros semejates, pensando que tratamos con personas logicas y racionales, cuando por contra, todos estamos llenos de prejuicios y ideas, que muchas veces, son literalmente opuestas a los demas y no solo a los demas, si no entre los pensamientos propios, lo cual conduce a graciosas incorencias en unas ocasiones y a desastrosos desenlaces en otras.
La comunicacion pues me ha traido deliciosos tragos , pero tambien agrios momentos con los que he tenido que lidiar como, imagino, todos lo hacemos en alguna medida.
Esa para mi es nuestra batalla. La que libramos por nuestra propia condicion, y posicion en el mundo que ni siquiera podemos comprender, solo intiur. (O ver por por television claro)
Respeto mi bandera, pero no por el rey, ni por el partido de futbol, si no por el sentido de union que tiene. Porque se que hay un grupo de gente a la que voy a decirle «perro» y lo entienda como lo entienda, al menos va a pensar en un canido. asi no tendre que aprender a decir Dog. Porque se aunaron bajo una bandera y un idioma. Y eso me da tranquilidad de grupo. De ahi no pasa mi amor a la bandera.
¿Pero esta sociedad que se espera de mi?¿que esperas tu de gente como yo?, si ni siquiera he salido de mi povincia en la vida, y hay lenguajes que no conozco y ni se pronunciar…
Si salgo a quejarme, ¿porque me quejo?, si me quedo en casa, ¿porque paso de todo?. Y unos por otros, la casa sin barrer, como dice aquel refran.
La realidad es negociosa, y la mayoria de las veces ni sabemos lo que estamos negociando.
Hasta aqui he llegado hoy con mi disertación, pero de momento , no mas.
Recomiendo que veáis el capítulo S01E02 de Black Mirror (Fifteen Million Merits), bastante relacionado con lo aquí expuesto.
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